Encuentros virtuales del tercer tipo

Ene había terminado con su tormento amoroso (una relación dramática llena de celos, desconfianza, pasión, cachos y una pedida de matrimonio) y en su tusa, decidió que quería irse a Europa. En su imaginación dolida la mejor forma de irse acercando a su objetivo era conocer a un europeo que estuviera en el país.

Fue así como buscó en google apellidos europeos, para luego escribirlos en Facebook. Yo sé, suena a historia absurda, pero le funcionó: encontró a tres Roberto Mioni, así que le envío a cada uno un mensaje interno, escrito en inglés, presentándose y explicando que le gustaría conocer gente, que los había encontrado por casualidad, y todo aquello que se puede escribir en un mensaje sin parecer acosador.

Fue así como pasaron los días, habló con uno, habló con otro, pero le parecían que eran muy sosos, hasta que el tercero, que no había contestado su mensaje, apareció una semana después con un saludo en español.

Hubo química en el chat con Roberto, quien le explicó que su abuelo era italiano, pero que el había sido criado por su mamá mexicana.

Pasadas varias semanas hablándose a diario decidieron conocerse, pero ¡Oh! sorpresa, él vive en México y ella en Colombia. ¿Qué hacer? Continuar con hablando por Skype y no hacerse muchas ilusiones... Sin embargo, Roberto había caído en el encanto de Ene, así que un mes después compró pasajes para viajar a Colombia.

No obstante, el mejicano no tuvo en cuenta su trabajo: cuando llegó a su oficina a pedir permiso y su jefe le dijo que aún no había cumplido un año, así que no tenía derecho a vacaciones, Roberto entró en cólera y renunció a su trabajo (primera señal para Ene de que era posible de que estuviera hablando con un desequilibrado) y decidió alargar su estadía en Bogotá a un mes.

La compañera de apartamento de Ene, que ya había hablado con Roberto por Skype y se habían caído muy bien, antes de saber  la historia de la renuncia, le había propuesto a Ene recibirlo en su casa. Con propuesta hecha y sin poder retirar la invitación, Roberto llegó a Bogotá.

En el aeropuerto pasó lo que tenía que pasar: Ene odio a Roberto a primera vista, mientras que para él fue amor. Los tres primeros días Ene aguantó la situación de la mejor manera, salieron, y convivieron de manera tranquila, hasta que ella volvió a su trabajo.

Roberto pasaba los días encerrado en el apartamento de Ene, y esperaba con ansias la hora de llegada de ella. Cuando se demoraba le reclamaba y le decía que él ya conocía su rutina, a la segunda semana la comenzó a celar como si fuera de su propiedad.

Llegaron hasta a gritarse en plena calle. Ene quería echarlo de su casa, pero aconsejada por su compañera y con el miedo de ser asesinada en cualquier momento (ya se, exagero, pero con semejante loco que más se puede pensar), en vez de eso, decide seguirle la corriente e intentar convivir las dos semanas que quedaban lo mejor posible.

Faltando cuatro días para que Roberto viaje a México de vuelta, le dice a Ene que ella se devuelve con él, que le de su hoja de vida, que algunos amigos le pueden ayudar a conseguir empleo (ojo, él no tenía trabajo y en vez de buscar para él, estaba buscando para ella). Ella le siguió la corriente, hasta que él le dijo: "bueno, compremos los pasajes", en ese momento Ene se convirtió en la mejor actriz del momento y respondió: "no mi amor, es mejor que yo viaje dos semanas después y cierre procesos aquí".

Roberto no estuvo muy convencido, pero de todas formas, después de un mes de pesadilla, se devolvió a México. Ene celebró ese día como si volviera a vivir. Había superado la tusa más horrible del mundo, a través de la peor experiencia amorosa, pero ya nada en su vida se veía tan mal.

Después de eso, no le volvió a contestar el teléfono, lo bloqueó de Facebook y Skype. Desapareció por completo de la vida de Roberto.

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