Tras la pantalla

Se sentó nuevamente frente al computador. Había mantenido conversaciones durante todo el día a través de WhatsApp, varios “Likes” en Facebook por fotos “selfies”, y uno que otro “:p” en Instagram. Sus amigos le exigían tiempo de calidad mediante el abandono del celular durante, por lo menos, media hora, pero él no quería ceder.

La culpable tenía tetas, y ¡Que Tetas! La había conocido por casualidad (si la casualidad existe en un una página de internet para buscar pareja) y ya llevaban cuatro meses hablando.

Lo aterraba la idea de salir con alguien por internet, pero se sentía solo, lejos de su familia, de su país y pronto cayó bajo el encanto de las palabras dulces, de los chistes malos.

Libelula32, tenía como foto de perfil un tatuaje de una libélula, pero no daba señales de en dónde se encontraba, así que ese fue el comienzo de su relación.

Milo74: Hola
Libelula32: Hola
Milo74: Soy un poco nuevo en esto, te molesta si te pregunto en dónde tienes ese tatuaje?
Libelula32: mmm es un poco raro para nuestra primera conversación, pero te dejaré adivinar…
Milo74: En la espalda
Libelula32: No. La verdad nunca me haría un tatuaje en la espalda, me gusta poder ver...
Milo74: Qué te gusta ver?
Libelula32: jajajjaja ya, crees que estoy hablando de otra cosa! Estoy mamada de estos chats con hombres mal pensados…
Milo74: Oye, la mal pensada fuiste tú… pero si quieres dejamos de hablar…
Libelula32: Perdona, es que me conecto acá para tener conversaciones diferentes, para conocer gente nueva, no se, poder hablar relajada, y ya he hablado con varios y lo único que terminan proponiendo es sexo virtual…
Milo74: mmm entiendo, pero sabes, yo quiero hablar….

Así continuaron durante casi una semana, él la saludaba a diario y le decía una parte del cuerpo donde posiblemente estuviera el tatuaje.

Milo74: Hola, apuesto que es en un tobillo
Libelula32: :s la foto parece un tobillo!!!!!!??????
Milo74: nooooo, pero es que se me están acabando las partes “decentes” por las cuales preguntar, sin llegar a tus partes íntimas….
Libelula32: jajajajjaj no te preocupes, además de alguna forma después de hablar una semana contigo, estoy comenzando a pensar que no quiero que adivines…

Las conversaciones sobre series de televisión, datos curiosos diarios, lo que por casualidad leyeron, intereses musicales, deporte, se iba agotando, pero el saber que a cualquier hora del día puedes poner un mensaje de texto y esperar un rato para una respuesta segura, saber que a pesar de la distancia puedes contarle a alguien eso que te emocionó durante el día, iba tomando terreno.

Cuando el tema dejó de ser general y se volvió personal, cuando conocieron sus nombres reales, sus trabajos, su familia, cuando las fotos comenzaron a mostrarse, y pasaron de escribir a hablar, al video chat, ya no había vuelta atrás.

La cita en Skype era sagrada, tarde en la noche para que nadie interrumpiera, y una vez que tuvieron cara, se sumó el cuerpo. Lo que comenzó en una conversación inocente, terminó en mostrar piel, un poquito, como si fuera casualidad empijamarse a las 8 de la noche, o dejar la pantalla abierta mientras te cambias de ropa.

Y así llegó el sexo virtual.

Milo74: hoy me vas a mostrar el tatuaje?
Libelula32: tengo que decirte la verdad, no tengo ningún tatuaje, pero te voy a mostrar en dónde me lo haría…

Lo peor es que después de tanto tiempo, el sexo virtual no fue violento, por el contrario, estuvo lleno de nostalgia, de “me gustaría que estuvieras aquí, me gustaría abrazarte, besarte…”, fue un sexo con y sin pantalla, fue sexo con palabras, con imágenes, fue sexo sin y con sentido, con imaginación y sin ella.

A los cuatro meses, crees que eres la persona que escribe a diario, sientes que te has mostrado completo y confías en que la persona al otro lado ha hecho lo mismo. No eres consciente de que en internet todo se vale, de que los comentarios que ella no entendió eran señales de tránsito para decirte que pararas.

Milo74: hola
Libelula32: hola
Milo74: sabes, voy a ir a conocerte, no quiero seguir así…
Libelula32: en serio????? :o
Milo74: SÍIIIIIIII

Así es, decides hacer una apuesta del todo por el todo, una apuesta de vida, por el sentimiento que te abriga y que quieres dejar de sentir a través de un computador.

Si todo va bien, la persona es quien dice ser, aunque no del todo…


PARÉNTESIS PARA LA SIGUIENTE HISTORIA (escrita por Duperret):

A Lola le gustaba beber, fumar marihuana, bailar salsa hasta que los pies lloraban y dormir hasta tarde porque se acostaba en la madrugada conectada. Los fines de semana le gustaba ir a la playita a seguir bebiendo porque, como dicen, para que no te dé guayabo, pues no pares de tomar.
Al Marlborito le gustaba leer, ver películas (buenas, malas y pésimas) y no bailaba porque ni siquiera podía cantar y aplaudir al son de los “pollitos dicen”. Se levantaba temprano hasta los domingos y, por supuesto, no bebía. Fumaba Marlboro rojo en ayunas.
Mucho tiempo la relación se llevó por chat (de msn, de Facebook, luego el BB, por supuesto) y Lola tuvo todo el tiempo de armar el personaje que le gustaría al Marlborito. Ella creía estar completamente enamorada de él y cometió la gran estupidez de dejar de ser ella para convertirse en ese personaje, pues la relación ya empezó a hacerse física. Entonces, poco a poco, dejó de ir a la playita los fines de semana y, por ende, dejó el alcohol, y nada de ir a Barranquilla a la Troja porque al Marlborito no le gustaba esa vaina. Claro, tampoco podía ir donde Fidel en Cartagena, pues ya eran más los días que dormían en la casa del otro que cada uno en la suya.
Así pasó el tiempo y Lola vivió esa vida que no era su vida. Empezó a ver películas piratas que le gustaban al Marlborito en el TV de 55 pulgadas, con Blue-Ray y home theater… bueno, no las veía, se las dormía mientras soñaba que estaba sudando la gota apasionada en La Troja. Ella empezó a estar más gruñona, amargada y ni ella misma sabía por qué. Un día se levantó a las tres de la madrugada, mientras su novio dormía, salió a la sala con el laptop y empezó a chatear como la hacía cuando estaba soltera. Se dio cuenta de cuánto extrañaba chatear, hablar pendejadas por Internet, actuar personajes de acuerdo a la persona con la que hablaba… y fue ahí cuando encontró un tipo cervecero que se hacía llamar “El propio Lavoe” y recordó lo bien que la pasaba bailando y bebiendo. Así, mandó al Marlborito al carajo.



Milo74 conoció a Libelula32. ¿Qué pasó? Sexo. La descripción perfecta de la noche: una bomba contenida. Lo malo, Libélula no era quien había dicho ser. Libélula había cumplido en ser la mujer que Milo quería que fuera, mientras solo se intercambiaban palabras y letras.

Milo74: Tomas?
Libelula32: muy poco, una cerveza de vez en cuando…

El día en que se conocieron, se emborrachó con Tequila.

Milo74: creo que ya no soy tan bueno bailando, estar lejos de Colombia tanto tiempo me ha quitado ritmo…
Libelula32: en serio????? No te preocupes yo tampoco bailo tannttooooo

El día que se conocieron no quería dejar de bailar.

La tapa fue el sexo. Las sesiones virtuales llenas de ternura se transformaron en sexo violento. Las explicaciones ante la otra imagen de ella, la otra imagen de él, no existen. Todos somos otro tras la pantalla.

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