Pedestales

Creo que nuestras creencias están encerradas en la mente como pequeñas jaulas de gallos de pelea.
Foto de Camilo Barón en San Agustín, Huila. 

Todos tenemos pedestales en la vida, creencias que pensamos que nadie va a tumbar: matrimonios y amistades para toda la vida, que una enfermedad nunca le va a tocar a nuestros familiares o que las personas que queremos no nos van a defraudar.

La realidad, la vida, es otra cosa: el tiempo hace su propio filtro.

Primer pedestal: el matrimonio
Los matrimonios se acaban por un sinnúmero de razones, pero está completamente comprobado que solo algunos duran para toda la vida (y eso, conocí la historia de unos abuelitos que se separaron después de 60 y pico años de matrimonio, porque ella decidió pasar sus últimos años de vida en un ancianato y él no quería lo mismo).

No significa que esté de acuerdo con los divorcios, es más creo sinceramente que hoy en día el amor dura mucho menos que antes y que las ganas de luchar y "seguirlo intentarlo" son más reducidas. Frases como "yo no tengo porque aguantarme esto", "yo no conocía como era cuando me casé" o el cruel "ya no te amo" son el pan diario.

Antes de que mis papás se separaran yo creía en el amor eterno, crecí como una romántica, pero la realidad tumbó el pedestal que sola había creado.

Segundo pedestal: las amistades
Con las amistades es un poco diferente, el tiempo hace un filtro creado a partir de circunstancias individuales. Uno cambia, desde los gustos musicales, hasta el cansancio después del trabajo. Todo afecta las amistades. Si tienes novio, si estas casado, si tienes hijos, si eres soltero, si eres hombre, si eres mujer. Además de los filtros sanos, como por ejemplo, ¿cómo sigues siendo amiga/amigo de esa persona que solo te habla mal de los demás, que refuerza tus inseguridades o no quiere que crezcas? Hay una de esas frases de sabiduría popular que ronda Facebook, que uno solo aprende con la experiencia, y es que, no se si inconscientemente, las personas quieren que te vaya bien, pero nunca mejor que a ellos.

El filtro natural se activa en un "es mejor solo que mal acompañado".

Tercer pedestal: la enfermedad
En el caso de la enfermedad lo escribo porque alguien me contó que aunque se sintiera el hombre más fuerte del mundo, descubrió que ante la enfermedad nada vale. Si un familiar cercano se enferma toda la forma de ver la vida cambia. La muerte comienza a existir en la vida, aunque siempre hayamos sabido que existe, ya no la vemos como algo tan lejano, por lo que sentimientos de impotencia tumban el pedestal de la fortaleza. En este caso recomiendo un blog sobre el tema:

- Cómo acompañar a alguien con cancer : Blog de una amiga periodista que acompañó a su mamá durante la leucemia.

Cuarto pedestal: la idealización 
Muchas veces imaginamos a quienes más queremos como seres perfectos, que no cometen errores. Cuando alguna situación nos demuestra que todos somos humanos y la idealización, la perfección, no existe nos damos contra las paredes pensando en que fuimos inocentes o nos vieron la cara de idiotas (nos fallaron y pensaron que no lo notaríamos), pero somos culpable de nuestras propias cegueras.

No es posible idealizar a nadie. Aceptar la humanidad es casi como aceptar la libertad de los demás, es un poco como ponerse en los zapatos del otro y creer. No es que uno sienta que tiene la verdad absoluta en las manos, pero es ser conscientes de que cualquier persona puede fallar.

En cuestiones de amor es mejor querer conociendo lo peor del otro, no lo mejor, porque por ahí hay otra frase que dice que es muy fácil querer en lo bueno, pero es en lo malo en donde está el reto.

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