El buen sexo enamora / Encoñarse

Es fácil caer bajo el encanto de la excitación, el buen sexo enamora, nos confunde y nos hace soñar un poco más allá del encuentro de dos cuerpos, nos hace volver a creer en lo romántico.
Me imagino que serán las endorfinas liberadas, que son todas las hormonas activadas, que son los besos que quedan aún cuando el otro se ha ido, son las caricias, la sombra de la mano que nos tocó, el olor.
Es fácil ceder ante el consentimiento desnudos, el silencio que no estorba porque está acompañado de piel. Es fácil volver a la boca, a los labios, a la humedad que se demora en secar y querer volver a comenzar.
Es fácil pensar en amor cuando dos cuerpos se entienden sin palabras, cuando las palabras unen los cuerpos, cuando eres naturalmente sexy.
No es amor, es sexo, del bueno, del que llena el cielo de nubecitas rosadas, del que vuelve todo más brillante, que nos invita a seguirnos acariciando aún cuando ya no es necesario, del que cambia la perspectiva del ambiente y vuelves a encontrar razones para sonreír, aún cuando estas solo sean el recuerdo del calor, de la humedad causada, de una mano mágica.
El buen sexo se confunde con amor con facilidad, ese es el problema, se camufla y crea lazos, es muy difícil separar cuerpos de sentimientos, sentidos de recuerdos, fantasías de orgasmos... el buen sexo necesita entrega, concentración, olvido del propio cuerpo, solo ser, casi como una meditación entre dos cuerpos, un baile al ritmo de una respiración agitada.

Encoñarse 
Cuando el sexo se confunde con amor. 
Encoñarse es no pensar con claridad frente a alguien, es dejarse llevar por un sentir placentero que será pasajero. 
Es el encoñe el que ha acabado con matrimonios, el que ha mantenido relaciones desastrosas unidas por un hilo, por una cama. 
El encoñe se basa en la atracción sin hablar, cumple con el dicho familiar: "jala más que pelo de cuca". 
Si el buen sexo enamora, hay que tener cuidado, porque puede trasformarse en encoñe. 

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