La tragedia de la mermelada



Todo pasó de un momento a otro, el cuchillo, las galletas, la mermelada sobre la mesa y el brazo, el brazo enyesado cogido de un cabestro envolviendo el estómago.

El cuchillo va de la mermelada a la galleta, pero en un instante se resbala. El contenido rojo y viscoso cae lentamente sobre la mano enyesada. Comienza la tragedia, la tragedia de la mermelada.

El dedo se unta de dulce, el yeso no permite llevarlo a la boca, la distancia parece larga, larguísima. Se lucha por mover la mano, pero no alcanza la boca, la lengua estirada, el dedo tensionado, y una queja que se confunde con voz consentida "¡mi mermelada!".

Qué tragedia, la de la mermelada.



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