Viajar o el reto de hacer lo que quieres

Existen diferentes formas de movernos, no solo se trata de un cambio de lugar (que es emocionante y extraordinario), sino el arriesgarnos a hacer las cosas diferentes o luchar por lo que soñamos.

Es así como el viaje comienza. Primero decides si quieres un cambio de lugar, viajas por el mundo, visitas nuevos países, ciudades, o barrios (el viaje puede ser hasta citadino), simplemente sigues tus pies y comienzas a caminar, tomas tu bicicleta, coges un taxi, un carro, un avión, una moto, un bus o un barco. Es un movimiento no solo de espacio, sino mental, un cambio que se refleja en cada pensamiento que nos acompaña, en cada miedo a lo desconocido, en cada riesgo que tomamos. 

Al movernos aprendemos a desde valorar el lugar en el que vivimos hasta quejarnos del mismo. Sin querer comparamos pequeñas diferencias o parecidos con lo conocido. Se que hay viajantes que ya no tienen hogar, cuyo espacio es más allá que acá, aunque el allá no exista y el acá pase la mayor parte del año inhabitado.  


En medio del conocimiento que surge de un viaje, del hallazgo, se comienzan a guardar pequeñas imágenes de lo novedoso, lo bonito y extraordinario. Imágenes que tomamos esperando no olvidar, esperando encerrar en ellas un poquito del alma del lugar que visitamos. 

Detalle de pared de estación de metro de Nueva York

Este viaje que comienza también puede ser interno, reencontrar la fuerza para hacer lo que pensamos imposible, sueños que se quedaron en el pasado, mirarnos a nosotros mismos y saber que alguna vez quisimos algo y es el momento de actuar. No hay imposibles, nos repetimos una y otra vez antes de emprender el vuelo. 

No dejar de sorprenderse con las nubes vistas desde arriba,
saber que todos los amanecer y atardeceres son diferentes
aunque compartan colores. 

Hago una aclaración egocéntrica: amo poder escribir porque mis viajes mentales encuentran un puerto en las letras, porque aunque me eleve y me ensimisme, escribir me permite volver, encontrarme de forma diferente, me da perspectiva. 

Leyendo experiencias de amigos alrededor del mundo, sabiendo que lo han dejado todo para moverse durante meses por parajes lejanos, que han dejado la comodidad de su hogar para arriesgarse a soñar, a vivir, a acumular experiencias y hacer uso de sus talentos, pienso en si estoy estancada en este lugar, si mis metas se encuentran en un stand by, en si estoy en donde debo estar.

Entonces recuerdo que no todos los viajes comienzan al cambiar de lugar, que la preparación es un viaje de por sí y que las grandes aventuras requieren de una apuesta alta para conseguir lo que queremos. Si no es hoy será mañana, no estoy estancada porque estoy construyendo un camino. 


 




El dos de enero prometí escribir una página diaria que al final se convirtiera en una novela, publicable o no, no importa, pero al fin y al cabo una novela. Voy bien, quizá la página no ha sido entera, pero a diario cambio una coma o escribo un párrafo, voy lento pero seguro. Por su parte estoy comenzando un viaje musical con Camilo. Este proyecto, tendrá su propia entrada, pero seguro será otro reto para asumir, otro camino que construir en pro de los sueños.

Quedarse quieto no es estar tan quieto, quizá quedarse un rato en el mismo lugar sea solo el preámbulo de otro viaje.



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