Alborada

Momento mágico en el que después de haber rumbeado toda la noche amaneces rodeado de tus amigos siguiendo a la banda de un pueblo por todas las calles del mismo.

Nada tan fantástico y a la vez tan real podría ocurrir en otro lugar bajo un nombre tan bonito: La alborada.

Yo lo puedo imaginar sin haberlo vivido porque soy colombiana, porque se que la música en mi país se acompaña naturalmente por una cerveza o un trago de dudosa procedencia, así las fiestas nacen en cualquier momento y bajo cualquier pretexto.

El amanecer es lo que acompaña a los borrachos dormidos sentados en sillas, a veces de forma contorsionista, parecieran turnos tomados de forma natural, tu duermes esta media hora y cuando despiertas otros dos están dormidos mientras que hay nueva gente despierta y todo vuelve a comenzar.

El recorrido al lado de la banda va marcado por ritmo del trombón, de los tambores, de los instrumentos de cada región. Las bandas de los pueblos a mí me suenan siempre a Atlántico, a banda de porro aun cuando pertenezca a bien adentro de Boyacá.

Más que la música es un sentimiento, es saberse las canciones y bailar influenciados por cualquier ritmo. Esta en la sangre y la madrugada, el trago lo despierta.


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