Prólogos
Soy, lo
que podría decirse, una buena lectora, pero admito que lo que menos leo de un
libro es el prólogo.
Se que no
está bien, porque un prólogo es como la entrada en una cena, algo que te abre
el apetito y te contextualiza para lo que viene, sin embargo, hay prólogos que
simplemente dañan el libro, que en vez de ser un precalentamiento se convierten
en palabras desperdiciadas, antes de una buena historia.
Quizá soy
simplemente ignorante, caprichosamente ignorante, que no encuentra la
importancia en lo más obvio: Los prólogos existen no solo para resaltar el
nombre de un famoso lector (quien seguramente será el que escriba estas
primeras palabras), sino también para comprobar que alguien se leyó el libro,
tener una recomendación por si esta pieza llegó por error a nuestras manos.
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