La casa
Con el tiempo he ido descubriendo porqué las mujeres necesitamos tiempo en la casa, a pesar de trabajar igual que los hombres tenemos un instinto de conservar, de limpiar, de mantener nuestro espacio.
Claramente esto sucede en menor o mayor grado, pero tomarnos el tiempo de lavar ropa, de pasar la escoba, lavar los platos o simplemente doblar la ropa, son signos de lo que digo.
Los hombres pagan por estos servicios y las mujeres también, pero siempre está el afán de nosotras por revisar la tarea de quien nos hace el aseo y mejorarlo. Las mujeres podemos tomarnos un día para limpiar cajones, botar aquello que nos estorba y redecorar, si ellos tienen un día libre no irán corriendo al closet a botar la ropa vieja, se irán a tomar con los amigos o elegirán otro tipo de tarea.
Pídele a un hombre que ponga un cuadro, que ayude a colgar la ropa de la lavadora o que barra, solo algunos lo hacen, a veces por necesidad, porque han vivido mucho tiempo solos o la señora del aseo se enfermó y les tocó.
Quizá todo se deba al machismo, a que los mujeres consentimos demasiado, a que todas nos echaos encima más tareas de las que deberíamos.
Como siempre, quizá me equivoco con todo, al final yo soy una de esas mujeres que prefiere pagar que hacer, que no reviso el trabajo ajeno y que solo me preocupo por dejar la ropa sucia bien lejos de la limpia, pero aún así, si no hay quien me haga, el instinto surge.
Claramente esto sucede en menor o mayor grado, pero tomarnos el tiempo de lavar ropa, de pasar la escoba, lavar los platos o simplemente doblar la ropa, son signos de lo que digo.
Los hombres pagan por estos servicios y las mujeres también, pero siempre está el afán de nosotras por revisar la tarea de quien nos hace el aseo y mejorarlo. Las mujeres podemos tomarnos un día para limpiar cajones, botar aquello que nos estorba y redecorar, si ellos tienen un día libre no irán corriendo al closet a botar la ropa vieja, se irán a tomar con los amigos o elegirán otro tipo de tarea.
Pídele a un hombre que ponga un cuadro, que ayude a colgar la ropa de la lavadora o que barra, solo algunos lo hacen, a veces por necesidad, porque han vivido mucho tiempo solos o la señora del aseo se enfermó y les tocó.
Quizá todo se deba al machismo, a que los mujeres consentimos demasiado, a que todas nos echaos encima más tareas de las que deberíamos.
Como siempre, quizá me equivoco con todo, al final yo soy una de esas mujeres que prefiere pagar que hacer, que no reviso el trabajo ajeno y que solo me preocupo por dejar la ropa sucia bien lejos de la limpia, pero aún así, si no hay quien me haga, el instinto surge.
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