¿Les creemos?
Hombres, ¿de verdad creen que les creemos? He oído una y mil historias de mentiras casi verdades para conquistar a una mujer o para excusarse si se portaron mal. Ramoncito es solo una muestra de ello, alguien me contó que se metió una borrachera violenta y cuando la novia le reclamó al día siguiente él le dijo que le pasaba lo mismo que al protagonista de la película "Irene, yo y mi otro yo", y que ella había conocido su otro yo, el que se portó mal. La novia le creyó o eso le dijo.
Un amigo perro siempre buscaba nuevas víctimas porque disfrutaba enamorando. Lograba tener dos NOVIAS (así, con todas las letras) a la vez sin problemas, el truco era evidente: mentiras justificadas para pasar el tiempo con cada una de las dos.
Para una, desde que la conocía, era dueño de una finca con cultivo de flores, a la cual debía viajar cada ocho días y como era por trabajo era mejor que no lo acompañara. Esta primera víctima era la novia de lunes a jueves. La otra, era la de las fiestas familiares y fines de semana.
Las dos en su realidad eran la novia oficial. Mi amigo se cuidaba de no tener Facebook ni otras redes sociales, así como también de siempre usar los mismos términos para referirse a ellas, "amor, linda, preciosa, princesa" y todo tipo de cariñitos.
En el top número uno de las frases de conquista se ubica la siguiente: "No te conozco, pero presiento que te amo", usada con cervezas en la cabeza y que terminó en un éxito total por el protagonista.
Este extenso contexto me hace pensar en ¿por qué les creemos?, ¿realmente lo hacemos? Yo creo que no. Es solo evitar discusiones, es querer estar con el otro y aceptarlo como es, es querer un poquito de amor y aceptar una aventura de un día, es autoengañarnos buscando cambiar un personaje incambiable, es haber sido criadas como las sumisas que aceptamos todo, es tenerle miedo a la soledad.
Hombres, las mujeres (por lo menos una gran parte) no somos estúpidas, muchas se hacen y los manipulan, otras se hacen y aceptan, y otras como yo, reinamos (modestia aparte y entran risas).
Un amigo perro siempre buscaba nuevas víctimas porque disfrutaba enamorando. Lograba tener dos NOVIAS (así, con todas las letras) a la vez sin problemas, el truco era evidente: mentiras justificadas para pasar el tiempo con cada una de las dos.
Para una, desde que la conocía, era dueño de una finca con cultivo de flores, a la cual debía viajar cada ocho días y como era por trabajo era mejor que no lo acompañara. Esta primera víctima era la novia de lunes a jueves. La otra, era la de las fiestas familiares y fines de semana.
Las dos en su realidad eran la novia oficial. Mi amigo se cuidaba de no tener Facebook ni otras redes sociales, así como también de siempre usar los mismos términos para referirse a ellas, "amor, linda, preciosa, princesa" y todo tipo de cariñitos.
En el top número uno de las frases de conquista se ubica la siguiente: "No te conozco, pero presiento que te amo", usada con cervezas en la cabeza y que terminó en un éxito total por el protagonista.
Este extenso contexto me hace pensar en ¿por qué les creemos?, ¿realmente lo hacemos? Yo creo que no. Es solo evitar discusiones, es querer estar con el otro y aceptarlo como es, es querer un poquito de amor y aceptar una aventura de un día, es autoengañarnos buscando cambiar un personaje incambiable, es haber sido criadas como las sumisas que aceptamos todo, es tenerle miedo a la soledad.
Hombres, las mujeres (por lo menos una gran parte) no somos estúpidas, muchas se hacen y los manipulan, otras se hacen y aceptan, y otras como yo, reinamos (modestia aparte y entran risas).
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