Filipinas en detalle

Mi primera mirada de Filipinas no se alejó mucho de la realidad. Manila se parece a Bogotá porque es la capital de un país pobre.

No digo que Bogotá sea lo peor, pero aunque ha mejorado en espacios públicos para los peatones y algunas zonas tienen diseño urbano (en Manila encontré muy pocas zonas bonitas), aún le falta en infraestructura vial y problemas sociales.

Cuando estaba en Bogotá pensaba que los vendedores ambulantes, payasos de esquina (que a mi modo de ver pueden hacer parte de una ciudad organizada, pero como empleo formal, no pidiendo plata), basura, buses que paran en todos lados, trancones de horas para trayectos de 20 minutos, eran algo normal de una metrópoli. Sin embargo después de conocer Hong Kong, en donde a pesar de los problemas de espacio hay buen transporte público, zonas peatonales (subterráneas y por encima de la tierra) y el empleo informal (mercados) está organizado, creo que Bogotá podría ser mejor y no ser comparada con una ciudad como Manila, en dónde las diferencias sociales se ven en las calles (en los barrios más bonitos la gente es chick y venden carros de lujo, en las zonas para llegar a las atracciones turísticas pasas por barrios sin andenes, gente durmiendo en las calles, basura).

Mis dos días en Manila fueron muy buenos, después del impacto bogotano. En el hostal conocí a tres hombres (uno australiano, uno de Finlandia y el otro de Inglaterra) y me autoinvité a salir a rumbiar con ellos. El hostal en el que me quedé está ubicado a 5 minutos de la zona moderna de Manila, el centro financiero, así que nuestra noche empezó con cocteles en un bar muy bonito. Como yo era la única niña entre los hombres (esa noche el inglés prometió llegar a la rumba más tarde, pero se nos unió un suizo del hostal a último momento) me consintieron mucho.

En el bar las niñas se acercaban a nosotros con la excusa de mi pelo, me decían que parecía modelo (el pelo de las hermosas mujeres  de Filipinas es completamente liso, tanto que en los supermercados no venden productos para pelo crespo). Yo feliz me dejé admirar en mi diferencia (sé que les llamaba la atención porque no me veía como ellas, más que por la belleza en sí, ah y claro estar rodeada de extranjeros siempre es un buen gancho para cualquier mujer). Cambiamos de bar y como por acto de magia no nos cobran cover. En la segunda discoteca encuentro unos ecuatorianos que me preguntan porque estoy tan lejos de Colombia, que soy la primera persona que conocen de Suramérica en el país (al parecer Filipinas aún no hace parte del destino turístico de los suramericanos). Seguimos bailando, el australiano (Matty) me recuerda a todos mis primos, le coquetea a lo que se mueva. Topi (el finlandés) se queda conmigo, aunque fuma como una chimenea (en Filipinas no hay reglas que impidan que las personas fumen dentro de recintos). Saltamos a un tercer bar, se nos une el inglés y llegamos al cuarto bar.

En la mañana me levanto y desayuno hamburguesa de barrio triple con huevo, junto con Matty y Mat. Recorro la zona financiera de día, mientras busco una casa de cambio. Vuelvo al hostal y Top se despierta ante las historias de la noche anterior. Digo: “No me voy a quedar encerrada, voy al centro histórico, alguno me acompaña”, Topi se lava los dientes y sale con la misma ropa de la noche anterior y sin bañarse.
Como no me fije en ningún mapa de Manila antes de salir (uno de los errores que no se deben cometer cuando uno está de viaje) nos perdimos en el centro de Manila, lugar sin indicaciones y en dónde los locales no conocen sus atracciones turísticas.

Por fin llegamos al Parque Sauzal, y caminamos en la bahía hasta un parque de diversiones. Caminar con Topi fue conocer cómo es Finlandia, fue saber que es un país sin pobreza, sin desempleo (o con ayudas para los desempleados), fue saber que desde la perspectiva de un joven de 28 años es un país lejos de ser ideal si no quieres tener el futuro marcado por horarios, si no quieres hacer parte del rebaño (me levanto, desayuno, beso a mi esposa y a mis hijos, trabajo, vuelvo a la casa, ceno y me acuesto, todos los días lo mismo).

Topi se gana la vida de la forma más rara del mundo, pero le guardo el secreto. Ha recorrido Asia y aunque duda de su futuro, no sabe cómo cambiarlo. Como no caer en lo que la vida nos exige (tener un trabajo, comprar casa, encontrar la estabilidad en actos cotidianos), creo que todos tenemos las mismas dudas.
Recorrer Manila de noche al lado de Topi fue una buena experiencia.

Dejé Filipinas sabiendo precios de taxis, conociendo un poco más de otros países y a través de uno de los aeropuertos más feos del mundo.

Siguiente destino: Turquía. 

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