Bucaramanga
Desde hace unos cinco años visito Bucaramanga con cierta regularidad, la razón principal es mi primo John Fabián, que es de allá y nuestra relación se ha fortalecido con el tiempo.
La primera visita que hice consciente de que iba a descansar, fue después de trabajar en el DANE durante un año sin vacaciones, mi jefe nos dio una semana para gozarla y así llegué a Bucaramanga. De este primer viaje recuerdo haber montado en parapente, ir a la Puerta del Sol a jugar bolo criollo, y haber recorrido un sinnúmero de bares tomándome fotos con botellas ajenas.
No estoy muy segura si mis siguientes visitas fueron en familia, recuerdo una en la que mi hermano se enfermó y salimos a rumbiar sin él, al día siguiente manejó hasta Bogotá mientras todos dormíamos el guayabo.
Después de todo esto y a causa de mi tusa, comencé a ir más seguido. En 2011 logré superar un poco mi tristeza después de una salida que comenzó con Karaoke, luego discoteca y terminó en un amanecedero... la experiencia fue completa cuando mi primo y yo llegamos a la casa por rumbos distintos y nos abrió mi tía rezando (a él) y con cara de en dónde estabas unas dos horas después a mí.
En 2012 después de haber estado en el festival vallenato, fui a Bucaramanga a ver a Don Omar, Martín Elias y Jorge Celedón, uno de los mejores conciertos en los que he estado, incluyó levantada de un santandereano bien santandereano, que al día siguiente me escribía en el chat "venga le digo....".
En 2013, los viajes a Bucara mermaron un poco, pero eso no evitó que fuera al matrimonio de Jenny, es decir una experiencia diferente.
Este año fui para semana santa con mis primos, visitamos Panachi por tercera vez, y volvimos a recorrer las discotecas, nuevos amores de verano. Esa es la magia de la ciudad bonita, la ciudad de los parques, que siempre siempre logra relajarme, logra sorprenderme, me presenta nuevas personas. Amo los santandereanos y santandereanas porque son unos berracos, porque quieren su tierra, porque son apasionados, y así es también su ciudad.
Se que no soy una buena guía de Bucaramanga, pero como me decía un amigo el otro día, en mis escritos hay más sentimientos que descripciones.
Debo las fotos, se han ido perdiendo en el pasado.
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