Vacaciones en África / 38 años - I parte
Para mi cumpleaños 38 decidimos con Camilo irnos de vacaciones a África y visitar a algunos de los amigos que hice cuando estudié en la India.
Sentí este viaje como una prueba de que no hay imposibles, y de que siempre, siempre, hay una oportunidad de sorprendernos una y otra vez, que tenemos que mantener la mente abierta. Quizá una lección más, para un año más.
El viaje comenzó en Madrid, nuestra primera vez en España, llegamos para vivir mi cumpleaños, caminamos intensamente y no nos acostumbrábamos a la tasa de cambio (que para nuestra tristeza siempre es muy dura para el peso colombiano), así que nos dedicamos a conocer más que celebrar.
Visitamos Toledo, Segovia y Ávila, los tres lugares con su propia historia, los recomiendo los tres, aunque amé los laberintos de Toledo.
En Madrid me encantó reencontrarme con amigos olvidados, con mi primo Rafi a quien no había visto en 11 años, al Chombo y su frescura, y a Barbosa, mi hermano perdido. De cada uno tuve una mirada diferente de la migración, de cómo es vivir en España por diversas circunstancias y cuál será el futuro del país.
Siento que siempre habrá una nueva oportunidad de volver a Madrid.
De Madrid salimos a Addis Adeba, la capital de Etiopía, pero Turkish Airlines nos cambió el tiquete y tuvimos una escala de 24 horas en Estambul, como no tenemos necesidad de visa, pasamos un día entero caminando por las calles de la capital turca, claro Cami quería comerse el mundo, pero yo sé que para eso se necesita tiempo, así que este vistazo a Turquía fue solo eso, un vistazo. Estuve en Estambul en 2013, pueden leer mi experiencia aquí, y ahora me pareció mucho más costosa y llena de gente, quizá la época del año o el poco tiempo que tuve para recorrerla. Conclusión podría volver a reconocer la ciudad.
Llegamos a Addis Adeba a media noche y Netsanet ya nos esperaba, con flores y torta. Netsi nos cedió su alcoba, nos brindó todo su amor y amabilidad.
Llegamos, sin saber, el 8 de agosto de 2014, este viaje al pasado se debe a que Etiopía, al igual que otros países, tiene su propio calendario compuesto de 13 meses, 12 de 30 días y uno de 15 días. La casualidad es que llegamos en mi cumpleaños, así que tuve tres celebraciones sin querer: la celebración con mis tíos antes de viajar, el día de mi cumpleaños en Madrid y en Etiopía.
Para los curiosos Etiopía es un país sin clase media, es decir o tienes mucha plata o no tienes nada, la vida es costosa y vivir sin comodidades es normal. Todo se usa hasta que no sirve, por eso es natural que en un restaurante te sirvan en una vajilla desportillada, aunque la cuenta sea por encima de los 300 mil pesos colombianos (comida para tres personas).
La amabilidad sobra en todos, aunque para recorrer el país es necesario tener a un local al lado, ya que hablan varios idiomas propios de ellos mismos, el principal es el Amarico y el segundo el Oromo, pero tienen más de 100, a mi me parecieron dificilísimos de pronunciar.
Entre la modernidad que quiere implementar el nuevo gobierno con grandes obras de infraestructura en parques y centros turísticos, se filtran los nuevos empleos y oportunidades, por ejemplo, el Friendship Park, el Unity o la plaza Merkel no permiten entrar con cámara fotográfica profesional, ya que al llegar encontraras a tus propios fotógrafos que felices te tomarán las fotos y cobrarán por ellas, aunque tu celular tome fotos parecidas.
El Unity es increíble y tiene una muestra cultural de las once zonas en las que se divide el país, además de un zoológico muy completo. La cosa es que tienen estos lugares tan modernos y bien montados en contraposición de un museo de arte natural dejado y pobre, en dónde se encuentran restos de Lucy, la primera chimpancé en caminar en dos piernas, nuestra ascendiente directa, algo así como el eslabón perdido. Así es este país, lleno de contrastes entre lo moderno y lo antiguo.
Como nuestra estadía era de una semana decidimos visitar la ciudad de Hawassa, un viaje de 5 horas en bus desde la capital o media hora en avión. La gran atracción de la ciudad es su lago, un mercado de pescadores al lado de un parque natural. Entramos al mercado sin mucha expectativa, pero oh sorpresa no dimos ni cinco pasos y ya nos estaban cobrando, ¿cobrando para qué? No estamos muy seguros, ya que el espacio era abierto y no tenía mucho que ver. salimos un poco molestos, pero nos calmamos al entrar al parque natural. Vimos micos, pájaros y hipopótamos, lo mejor fue montar en una lancha que nos llevó por el lago y comer pescado frito con cerveza, delicioso.
Recorrimos la ciudad en un tuc tuc y al día siguiente caminamos alrededor del lago. Luego volvimos a Addis. Debo admitir que los días en Etiopía me parecieron calmados, un poco porque el ritmo de Netsi era ese, un poco porque estábamos de vacaciones y no había afanes por nada.
Tomamos café a todas horas del día, en innumerables ceremonias que consistían en prender palo santo, tostar el café en la casa, traer la cafetera caliente en una estufa de leña y beberlo oscuro y quemado. Quizá los olores ahora tengan otro sentido y cada vez que huela palo santo pensaré en tomarme un café.
Gracias a un amigo de Camilo terminamos en African Jazz Village, en donde conocimos a Mulatu Astatke, el papá y creador del etno jazz africano. Estuvimos allí después de ir al mercado del cuero, en donde encontramos chaquetas, carteras, maletas y todo tipo de productos hechos en cuero a un muy buen precio y una calidad envidiable. En este momento fue cuando comenzamos a pensar en que definitivamente necesitamos comenzar a viajar con una maleta vacía para llevarla de vuelta a Colombia llena.
Volviendo al African Jazz Village, debo admitir que fue un muy buen encuentro con la música, pasamos un momento relajado después de caminar tanto. La comida, aunque es del hotel que queda al lado del bar, no nos gustó tanto.
Acerca de la comida, debo admitir que Netsanet fue una santa con nosotros, Jerusalem, una chica que le ayuda con la casa, nos cocinó delicias, toda la comida típica etiope que se imaginen, desde el injera, que es una especie de tortilla hecha de un grano llamado tef y que sirve de base para comerse todas las comidas, esta tortilla se combina con estofados picantes de cordero, pollo, queso de cabra, lentejas, granos, entre otros. Al principio a Camilo le costo bastante comer con la mano y le hizo daño la comida tan picante, pero finalizando el viaje lo logró con éxito.
A mí me emocionó volver a comer con Netsanet, porque cuando estábamos en Nueva Delhi íbamos a un un restaurante etiope, entonces fue como recordar lo vivido en la India, sin embargo, el último día tenía ganas de cambiar de sazón. Definitivamente somos seres de costumbres y tiempos, porque estoy segura de que si me hubieran dicho que tenía que vivir en Etiopía un mes no me hubiera quejado nunca de la comida sino finalizando el mes. Quizá todo está en la mente.
Otro sitio que marcó nuestra visita a Addis Adeba fue el Etiopian Cultural Ambassador, un lugar en el que además de vender gastronomía típica hay un espectáculo de músicos y bailarines que pasan por toda la cultura del país, para que entiendan un poco si fuera en Colombia venderían un kit de muestras de comida colombiana y bailarían desde la Guaneña, el Bambuco, Carranga, hasta Cumbia en espectáculos toda la noche.
Este lugar nos sorprendió no solo por saber mostrar de forma interesante su cultura, sin tener que ir a un teatro (como con las bailadoras o como cuando uno va a Argentina y te hacen el show de tango), sino que es más ameno que eso, es un restaurante en el que te van a hacer bailar, bailar y que además no solo asisten turistas sino gente local que aprecia y disfruta su cultura. Como nos hace falta un lugar así en Colombia en donde en cualquier día del año te puedas emocionar bailando el San Juanero, un lugar que no sea solo para los extranjeros, sino también para los colombianos que quieran recordar un poco de su propia cultura.
Por último visitamos el Entoto Park, un lugar lleno de juegos, y naturaleza para caminar, lo único que no nos permitió continuar caminando fue que nos cogió un aguacero cuando estábamos en uno de los juegos, una ruta para atravesar entre árboles, así que emparamados salimos del parque sin lograr recorrerlo todo.
Netsy nos llevó a comprar ropa típica de su país, ella quería que compráramos ropa para una ceremonia de matrimonio, en donde la novia y el novio se visten con el mismo diseño. Una romántica empedernida, pero lamentablemente, yo sentía los vestidos muy grandes y pesados, y teníamos poco espacio en la maleta y aún nos faltaba recorrer un país más, además de Barcelona.
Hubo una experiencia que Camilo vivió en Addis y yo no, debido a que soy mujer. El hermano de Netsy, Abby, lo llevó a masticar "khat" (se pronuncia chat), una hoja psicoactiva, aunque en ese momento no lo sabíamos y creíamos que tenía el mismo efecto que la hoja de coca, que venden en todas partes y que habíamos probado solo un poco, pero era muy amarga. Yo puedo decir que después de cuatro horas de estar con el hermano Camilo llegó a la casa hiperactivo, con los ojos desorbitados, pero completamente despierto. Para entender un poco que es esta hoja pueden leer el artículo: Masticando ‘khat’ en Etiopía: así son 'las hojas del paraíso' que ya han llegado a España. Él dice que fue una experiencia mística, en la que podía preguntarle cualquier cosa al universo y recibiría una respuesta acertada del mismo.
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