Desafinando en La Habana

Viaje con Camilo a La Habana, Cuba, un fin de semana de marzo hace ya más de dos años.
Buscando almuerzos locales entramos a un restaurante oculto en una casa, como todas, un poco derruida. Adentros habían varias habitaciones, la primera parecía ser un comedor comunitario con bancas y mesas largas, la segunda tenía como decoración un acuario vacío y la tercera daba sobre la ventana de la calle.
El lugar parecía una casa de una abuela, no estaba sucio, pero sí se había estancado en el tiempo. Casi toda La Habana es así, como si perteneciera a un pasado que nunca avanza.
Nos sentamos en la habitación que tenía la ventana y ahí estaba, contra la pared, el piano.
Como siempre que nos topamos con pianos, antes de que Cami se acerque a ellos, tenemos una conversación con el mesero o dueño del bar y le preguntamos por el maravilloso instrumento que se atraviesa en nuestro camino.
Este caso no fue diferente, hablamos con la mesera que incrédula nos advirtió que estaba muy desafinado, para luego preguntarnos lo de siempre "¿saben tocar?". Yo siempre señalo a Camilo y sonrío, "yo no, él sí".
Nos abren el piano vertical de madera. Camilo se sienta en la banca, mientras yo de pie al lado me tomo un jugo de guanabana. Él intenta conectarse con el instrumento que está verdaderamente desafinado. Comienza a probar sus canciones y elige "Naturaleza", ...quién es ella que abraza los árboles...




Al terminar de tocar miramos hacia atrás y del salón de al lado (que se había llenado de gente sin que nos diéramos cuenta) se habían acercado unas 8 personas a ver tocar a Camilo. Al terminar lo aplaudieron y nosotros volvimos a nuestro almuerzo.

*Advertencia, el video tiene un cambio de ángulo a la mitad.

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