Pantallas
Pasamos todo el día mirando una pantalla. Saltamos del computador al celular, al portátil, a la tablet. A veces hasta las usamos al mismo tiempo. Miramos tres pantallas a la vez, sostenemos conversaciones múltiples. Nos distraemos. Dejamos de escuchar nuestros pensamientos, nos embobamos con el brillo de la pantalla, de los circuitos. Lo perdemos todo.
Ya no soy gente. Ya no existo. Soy letras brillantes en una pantalla. Soy emoticones que a veces no tienen sentido. Soy jajjajaja mal escritos. Soy Netflix. Soy DramaFever. Soy Canva. Soy Office. Soy What´s app. Soy Chrome. Soy Gmail. Soy Outlook. Soy cualquier página de internet que miro.
Me he perdido. Ya no soy nada que pueda rescatarse. Soy migas de una era digital en la que parece que los demás conocen más de mi misma que yo misma. En mis publicaciones, en mis búsquedas, en las huellas que voy dejando en la nube, en la infinita red de redes, parece que se encuentra mi verdadero ser.
Mis recuerdos, lo recorrido y vivido solo existe en pequeños fragmentos de fotografías publicadas en Facebook. Lo amplio, lo inacabable, lo inmenso, solo vive en mi cabeza, pero para el otro, el que está en otra pantalla existe solo ese pedacito que público.
A veces miro las fotos de los otros, intento buscar vida en ojos cristalizados, en emociones suspendidas, en viajes y encuentros ajenos. No veo nada. Solo vidas felices, públicas, vacías.
Instantes. Solo quedan instantes virtuales, vidas perdidas entre pantallas.
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