Sombras: ausencia de presencia
Veo jardines en la pared con flores inexistentes. Negras y grises, se despliegan como si se abrieran al sol. Crecen desde el techo y van cubriéndolo todo. Se mueven al ritmo de la luz de la llama de una vela. Bailan a un son titilante abriendo y cerrando sus pétalos imaginarios.
No hay luz. Las sombras-flor nacen de una vela que titila con un viento que yo no alcanzo a sentir. Las flores, imposibles de tocar, parece que se multiplican para cubrir todo de negro. Entonces llega el miedo. Lo trae la ausencia, una sombra que no se sabe de dónde nace ni que la produce. Negra se mueve sin que nada más se esté moviendo, colorea la pared y la descolora, va y viene cambiando de tamaño, jugando con las distancias. Pronto existen miles de ideas mágicas sobre su origen. Una sombra sin dueño se apodera de la mente.
Se trata de una presencia ausente, que está sin estar, la huella de un camino recorrido, el eco de unos pasos, el recuerdo de un instante. Una voz que susurra palabras dichas en otros tiempos, en resumen: una vida pasada. Acecha como una sombra negra, porque la tristeza y la melancolía la acompañan. Casi una nostalgia surge de la sombra que pasa de ser un jardín a una pared llena de fantasmas.
Los sentimientos que tengo corren como sombras sobre una superficie iluminada por luces de carro que pasan y que existen solo por un instante cambiando de forma y color. son tan flexibles que tienen sus propias reglas.
Quizá la sombra es una presencia de ausencia, una sombra sin cuerpo, un algo que nunca ha existido. Es lo efímero que pasa sin dejar marcas o es aquello que desaparece al encender la luz. La sombra se va y nunca supimos qué la producía. Con ella huye la incertidumbre. sin embargo, la claridad es una falsa promesa de realidad, de mostrar lo que es, porque detrás, en el fondo, sigue existiendo la sombra, los sentimientos. Sombra que existe no deja de existir, solo se oculta mientras la luz vuelve a hacer el ángulo preciso en la esquina adecuada para revivirla.
No hay luz. Las sombras-flor nacen de una vela que titila con un viento que yo no alcanzo a sentir. Las flores, imposibles de tocar, parece que se multiplican para cubrir todo de negro. Entonces llega el miedo. Lo trae la ausencia, una sombra que no se sabe de dónde nace ni que la produce. Negra se mueve sin que nada más se esté moviendo, colorea la pared y la descolora, va y viene cambiando de tamaño, jugando con las distancias. Pronto existen miles de ideas mágicas sobre su origen. Una sombra sin dueño se apodera de la mente.
Se trata de una presencia ausente, que está sin estar, la huella de un camino recorrido, el eco de unos pasos, el recuerdo de un instante. Una voz que susurra palabras dichas en otros tiempos, en resumen: una vida pasada. Acecha como una sombra negra, porque la tristeza y la melancolía la acompañan. Casi una nostalgia surge de la sombra que pasa de ser un jardín a una pared llena de fantasmas.
Los sentimientos que tengo corren como sombras sobre una superficie iluminada por luces de carro que pasan y que existen solo por un instante cambiando de forma y color. son tan flexibles que tienen sus propias reglas.
Quizá la sombra es una presencia de ausencia, una sombra sin cuerpo, un algo que nunca ha existido. Es lo efímero que pasa sin dejar marcas o es aquello que desaparece al encender la luz. La sombra se va y nunca supimos qué la producía. Con ella huye la incertidumbre. sin embargo, la claridad es una falsa promesa de realidad, de mostrar lo que es, porque detrás, en el fondo, sigue existiendo la sombra, los sentimientos. Sombra que existe no deja de existir, solo se oculta mientras la luz vuelve a hacer el ángulo preciso en la esquina adecuada para revivirla.
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