Insomnio
Insomnio me visita por las noches. Me despierta con un toque en el hombro y me pide que abandone el sueño para jugar con él. Me pide que escriba pensamientos sin sentido, que de vueltas en la cama hasta soltar mis sábanas. Él salta sobre mí y como si fuera un zancudo, vuela sobre mi oído y me impide dormir.
Es insaciable, con cada idea que tiene surge una nueva, pide agua, quiere ir al baño, se mira en el espejo a mi lado, lo encuentro reflejado en mis párpados.
Recorro la casa prendiendo luces, como si Insomnio manejara mi mano y me guiara hasta la cocina.
Vuelvo al cuarto a acostarme, me esfuerzo por encontrar el sueño. Uso técnicas repetitivas, ovejas imaginarias que cruzan cercas blancas, ovejas que se transforman en dibujos animados. Pasta una, pastan dos, pastan tres y de pronto cuando siento que estoy volviendo a montarme sobre una nube y floto rumbo al descanso, Insomnio me grita algo en el oído, una idea que no logro entender, un ruego para que no me quede dormido.
Insomnio tiene miedo a dormir, porque en la oscuridad del cuarto aparecen espectros del pasado, monstruos del presente, fantasmas del futuro.
Me pide arreglar la habitación en las horas más insólitas. Es como si viera en medio del desorden esa razón para jugar conmigo, es como si debajo de la ropa sucia, los libros regados o los zapatos revueltos, se escondiera una carta perdida, las razones de la vida, un futuro anhelado, secretos nunca antes dichos.
Él busca un tesoro escondido, cuyo mapa vive en su mente, sin embargo me guía para que yo sea quien lo encuentre.
Intento regular la respiración tomando aire profundo, pero en ese instante Insomnio prende el aire del amanecer para darme frío, para hacerme sentir solo. Me hace desvariar, ya las cobijas no calientan, pierdo el equilibrio que produce el sueño.
Me tapo por completo, como un niño huyendo de los miedos debajo de las cobijas, saco la cabeza por un segundo para respirar y lo veo parado al lado de la cama, esperando, acechando. Se apropia de los sueños, en cada rastro de profundidad, me obliga a volver a despertar de un susto, con una pesadilla.
Insomnio tiene miedo a dormir, porque en los sueños aparecen espectros del pasado, monstruos del presente, fantasmas del futuro.
Amanece. Insomnio despierta conmigo de un duermevela, siento que no he descansado nada y aun así me levanto a trabajar. En la ducha cierro los ojos mientras el agua cae sobre mí, por un segundo me duermo de pie. Abro los ojos y lo veo parado frente a mí, parpadeo varias veces y desaparece.
Me seco de afán y pienso que la presencia de Insomnio hace parte de un sueño. Entró al cuarto y lo veo acostado en la cama ocupando mi lugar, soy quien debería descansar, cerrar los ojos y dejarme llevar. La cama me llama y me invita a dormir. En ese segundo en el que camino casi flotando con la idea de cerrar los ojos por 5 minutos, Insomnio se voltea y comienza a roncar.
Insomnio duerme cuando yo despierto, me tortura su descanso, me recuerda mi cansancio. Despierto desaparecen los espectros del pasado, se relajan los monstruos del presente y se desdibujan los fantasmas el futuro.
Abandono la casa corriendo, se hizo tarde otra vez, las preocupaciones vuelven a la mente. Tomo un bus repleto de gente y de pronto entre el ejecutivo de corbata, el estudiante de universidad y la mujer de mini falda aparece Insomnio. Se ha despertado y me ha seguido durante todo el camino.
Entro en pánico. Me bajo en la siguiente estación aunque no es la que necesito para llegar a la oficina, intento huir, le pego a una persona que está mal sentada en la puerta, escucho que me insultan. Salgo corriendo, algunos me miran con extrañeza, otros piensan que me he robado algo, yo solo quiero huir de Insomnio.
En la carrera he usado la poca energía que deja una noche sin sueño. El agotamiento se siente en mis piernas, en la respiración que me cuesta restablecer y que sigue el ritmo de mi corazón. Me detengo e intento recuperar el aire, tomo una bocanada profunda y comienzo a calmarme. Decido caminar el trayecto que me falta para llegar a la oficina. Pienso que he imaginado todo.
En la alucinación de Insomnio toman fuerza los espectros del pasado, se multiplican los monstruos del presente y desaparece el futuro.
Camino saltando entre pensamientos, entre ellos la excusa que daré al llegar, en las tareas que debo hacer. Voy tan ensimismado que paso la calle sin mirar. Un carro frena en seco, mientras me pita e insulta. Miro a su conductor y nuevamente está Insomnio, burlándose de mí. Camino sin sentido, sufro un ataque de nervios. Alguien me quita de en medio de la calle. Me dejo guiar y comienzo a sentir una oleada de sueño, los brazos que me sostienen me dan seguridad.
Volteo a mirar. Es Insomnio quien está a mi lado, paso a una risa nerviosa cercana a la locura.
En la locura de Insomnio aparecen espectros del pasado, monstruos del presente, fantasmas del futuro.
Sigo caminando. Insomnio se ha llevado mi cordura, los vi salir corriendo a través de la calle. El tiempo parece desaparecer, siento la sangre como recorre mi cuerpo. Es raro como me vuelvo más consciente de los detalles del mundo, el resplandor del sol en las nubes, las ramas de los pocos árboles de la ciudad. Mi tiempo ha cambiado.
Mi celular comienza a vibrar, son mensajes de mi jefe, “¿en dónde está?”. Releo el mensaje como un chiste de mal gusto, “aquí estoy”, pienso, pero al mirar a mi alrededor realmente no se donde estoy. Decido volver a la casa y declararme enfermo. “¿Enfermo de qué?”, pregunta mi jefe y sin vacilar respondo “del sueño”.
Me recuesto en la cama para descansar, siento el peso de no dormir, pasmado, un poco lelo. El problema real es que el sueño sigue sin aparecer. Los ojos me arden cada vez que los cierro, los dejo así y comienzo a ceder. Sueño una y otra vez que me despierto, hasta que el sueño es real, estoy despierto, solo he dormido 5 minutos, me volteo en la cama y vuelve a aparecer Insomnio. Me sonríe, no se explica el afán que siento por dormir, me extiende la mano para que me levante nuevamente y se lleva mi voluntad. Ya no cedo al cansancio, aunque esté acostado siento que estoy de pie, aunque esté de pie me siento agotado.
Insomnio es un sueño que tengo despierto, es la única capacidad de pensar con la que ahora cuento.
La noche se une al día, la oscuridad lo ha cubierto todo, mi cara ha comenzado a transformarse, las arrugas parecen estar más acentuadas, y mi metabolismo ha cambiado. Tengo sed permanente y no logró concentrarme, he perdido el sentido del tiempo
Insomnio tiene cuerpo, me acompaña, me guía. No me deja dormir.
Es insaciable, con cada idea que tiene surge una nueva, pide agua, quiere ir al baño, se mira en el espejo a mi lado, lo encuentro reflejado en mis párpados.
Recorro la casa prendiendo luces, como si Insomnio manejara mi mano y me guiara hasta la cocina.
Vuelvo al cuarto a acostarme, me esfuerzo por encontrar el sueño. Uso técnicas repetitivas, ovejas imaginarias que cruzan cercas blancas, ovejas que se transforman en dibujos animados. Pasta una, pastan dos, pastan tres y de pronto cuando siento que estoy volviendo a montarme sobre una nube y floto rumbo al descanso, Insomnio me grita algo en el oído, una idea que no logro entender, un ruego para que no me quede dormido.
Insomnio tiene miedo a dormir, porque en la oscuridad del cuarto aparecen espectros del pasado, monstruos del presente, fantasmas del futuro.
Me pide arreglar la habitación en las horas más insólitas. Es como si viera en medio del desorden esa razón para jugar conmigo, es como si debajo de la ropa sucia, los libros regados o los zapatos revueltos, se escondiera una carta perdida, las razones de la vida, un futuro anhelado, secretos nunca antes dichos.
Él busca un tesoro escondido, cuyo mapa vive en su mente, sin embargo me guía para que yo sea quien lo encuentre.
Intento regular la respiración tomando aire profundo, pero en ese instante Insomnio prende el aire del amanecer para darme frío, para hacerme sentir solo. Me hace desvariar, ya las cobijas no calientan, pierdo el equilibrio que produce el sueño.
Me tapo por completo, como un niño huyendo de los miedos debajo de las cobijas, saco la cabeza por un segundo para respirar y lo veo parado al lado de la cama, esperando, acechando. Se apropia de los sueños, en cada rastro de profundidad, me obliga a volver a despertar de un susto, con una pesadilla.
Insomnio tiene miedo a dormir, porque en los sueños aparecen espectros del pasado, monstruos del presente, fantasmas del futuro.
Amanece. Insomnio despierta conmigo de un duermevela, siento que no he descansado nada y aun así me levanto a trabajar. En la ducha cierro los ojos mientras el agua cae sobre mí, por un segundo me duermo de pie. Abro los ojos y lo veo parado frente a mí, parpadeo varias veces y desaparece.
Me seco de afán y pienso que la presencia de Insomnio hace parte de un sueño. Entró al cuarto y lo veo acostado en la cama ocupando mi lugar, soy quien debería descansar, cerrar los ojos y dejarme llevar. La cama me llama y me invita a dormir. En ese segundo en el que camino casi flotando con la idea de cerrar los ojos por 5 minutos, Insomnio se voltea y comienza a roncar.
Insomnio duerme cuando yo despierto, me tortura su descanso, me recuerda mi cansancio. Despierto desaparecen los espectros del pasado, se relajan los monstruos del presente y se desdibujan los fantasmas el futuro.
Abandono la casa corriendo, se hizo tarde otra vez, las preocupaciones vuelven a la mente. Tomo un bus repleto de gente y de pronto entre el ejecutivo de corbata, el estudiante de universidad y la mujer de mini falda aparece Insomnio. Se ha despertado y me ha seguido durante todo el camino.
Entro en pánico. Me bajo en la siguiente estación aunque no es la que necesito para llegar a la oficina, intento huir, le pego a una persona que está mal sentada en la puerta, escucho que me insultan. Salgo corriendo, algunos me miran con extrañeza, otros piensan que me he robado algo, yo solo quiero huir de Insomnio.
En la carrera he usado la poca energía que deja una noche sin sueño. El agotamiento se siente en mis piernas, en la respiración que me cuesta restablecer y que sigue el ritmo de mi corazón. Me detengo e intento recuperar el aire, tomo una bocanada profunda y comienzo a calmarme. Decido caminar el trayecto que me falta para llegar a la oficina. Pienso que he imaginado todo.
En la alucinación de Insomnio toman fuerza los espectros del pasado, se multiplican los monstruos del presente y desaparece el futuro.
Camino saltando entre pensamientos, entre ellos la excusa que daré al llegar, en las tareas que debo hacer. Voy tan ensimismado que paso la calle sin mirar. Un carro frena en seco, mientras me pita e insulta. Miro a su conductor y nuevamente está Insomnio, burlándose de mí. Camino sin sentido, sufro un ataque de nervios. Alguien me quita de en medio de la calle. Me dejo guiar y comienzo a sentir una oleada de sueño, los brazos que me sostienen me dan seguridad.
Volteo a mirar. Es Insomnio quien está a mi lado, paso a una risa nerviosa cercana a la locura.
En la locura de Insomnio aparecen espectros del pasado, monstruos del presente, fantasmas del futuro.
Sigo caminando. Insomnio se ha llevado mi cordura, los vi salir corriendo a través de la calle. El tiempo parece desaparecer, siento la sangre como recorre mi cuerpo. Es raro como me vuelvo más consciente de los detalles del mundo, el resplandor del sol en las nubes, las ramas de los pocos árboles de la ciudad. Mi tiempo ha cambiado.
Mi celular comienza a vibrar, son mensajes de mi jefe, “¿en dónde está?”. Releo el mensaje como un chiste de mal gusto, “aquí estoy”, pienso, pero al mirar a mi alrededor realmente no se donde estoy. Decido volver a la casa y declararme enfermo. “¿Enfermo de qué?”, pregunta mi jefe y sin vacilar respondo “del sueño”.
Me recuesto en la cama para descansar, siento el peso de no dormir, pasmado, un poco lelo. El problema real es que el sueño sigue sin aparecer. Los ojos me arden cada vez que los cierro, los dejo así y comienzo a ceder. Sueño una y otra vez que me despierto, hasta que el sueño es real, estoy despierto, solo he dormido 5 minutos, me volteo en la cama y vuelve a aparecer Insomnio. Me sonríe, no se explica el afán que siento por dormir, me extiende la mano para que me levante nuevamente y se lleva mi voluntad. Ya no cedo al cansancio, aunque esté acostado siento que estoy de pie, aunque esté de pie me siento agotado.
Insomnio es un sueño que tengo despierto, es la única capacidad de pensar con la que ahora cuento.
La noche se une al día, la oscuridad lo ha cubierto todo, mi cara ha comenzado a transformarse, las arrugas parecen estar más acentuadas, y mi metabolismo ha cambiado. Tengo sed permanente y no logró concentrarme, he perdido el sentido del tiempo
Insomnio tiene cuerpo, me acompaña, me guía. No me deja dormir.
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