Oficializar
Dibujo de H. Chiquizá |
El tema del defensor del pueblo con su secretaria me hizo pensar en la oficialización de las relaciones, me explico: él dice que eran novios, los amigos no lo respaldan (si salían, pero ¿novios?), ella dice que la acosaba.
Cuántas veces ha pasado que salimos con alguien sin títulos, acompañamos a esta persona parriba, pabajo, pabajo y parriba, conocemos a su familia y amigos, rumbeamos, paseamos, nos acostamos, pero solo somos amigos (“son más que amigos, menos que amantes”, ¿en dónde nos deja eso?).
Oficializar las relaciones parece ser un tema complejo. ¿Qué alcance nos da la palabra novios? El problema es meramente lingüístico y social, explicación que me hace recordar la frase de una amiga: “Yo no me quiero casar por la fiesta, lo que yo quiero es el título”. Pasa lo mismo con los novios: los títulos hacen que equivocadamente el otro piense que le pertenecemos. No tiene mucho que ver con los sentimientos es solo un pensamiento egoísta relacionado con el pronombre posesivo “mío”, es una mala interpretación del amor.
Quizá la palabra novia/novio sea el problema. Quizá el no ver (no-vio) sea un referente equivocado de perder toda visibilidad y centrarnos en el otro. Admito que el amor si suele llegar con un enceguecimiento, un querer al otro por encima del resto, un dejar de ver el mundo como lo conocemos para comenzar a sorprendernos con otros detalles. Es imposible amar y no cambiar de perspectiva, no abrirnos un poco a otras miradas, sin embargo no es necesario tener un título para sentirnos enamorados o enceguecidos.
Cuando uno tiene claro que la otra persona está comprometida con uno, no es necesario gritarlo a los cuatro vientos, es decir publicarlo en Facebook, ni que le pregunten “quieres ser mi novia”, es un proceso que se da de forma natural. Las parejas se hacen pareja en muchas ocasiones sin pensarlo, sin preguntarlo, sin títulos.
Hace poco un amigo estaba entrando en depresión por que la mujer con la que salía no quería ser su novia, actuaba como novia, se besaban como novios, pero para él no eran novios hasta que ella aceptara formalmente el título. En la cabeza de él, ella no quería cerrar la tienda, es decir quería seguir estando disponible, aun cuando el tiempo que pasaba con él era casi del 100%. En la cabeza de ella primaban otras razones: dudas y miedos relacionados con que le causaran daño, con que le fallaran, el problema es que involucrada el daño ya estaba hecho.
El título a veces nos ata, otras nos da seguridad, y muchas veces es completamente innecesario. Al final, ¿qué nos hace realmente estar en una relación?, ¿necesitamos la aceptación del público?, ¿es el título lo que gritamos a los cuatro vientos?
Una amiga está completamente enamorada; enamorada de una persona que no le pertenece, y aunque sufre por no poder tener ningún título protagónico en su propia novela, no puede evitar amar, ella es la otra, no la novia, no la esposa, ni siquiera la amante, es simplemente la otra.
Otra amiga, lleva años en una relación tormentosa, de esas de ires y venires, y hasta ahora, cinco años después de comenzar, la presentaron con la suegra. Él fue su novio desde el principio, pero ella hasta ahora viene a ser novia. Y es que seamos realistas, la compinchería de los amigos o de algunas familias ha permitido que los títulos sean otorgados a varias(os) a la vez.
La palabra ha perdido peso: la presencia que otorgaban los títulos ha desaparecido. Ya no existe una relación directa entre ser novios y el amor, pero bueno, ¿es que acaso ha existido alguna vez en la historia?
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