Valentia en tiempos de cuarentena
Decir, escribir, es un tema que requiere valentía. Valentía para hablar en voz alta, en silencio, para comentar, para dar ideas, saber que pueden ser refutadas y recibir comentarios.
Encerrada en mi casa (aunque a medias ahora que tengo perro y lo saco a diario), siento que no he sido valiente, no he escrito ni una coma, es como si no tuviera nada que decir, ni siquiera con imaginación.
Pienso que callo lo que pienso en actividades que me distraen y no me dejan pensar, algo así como callar tu cerebro volcándote en actividades poco creativo-productivas. El hacer, como un quehacer creativo, ha estado completamente lejos de mí.
El otro día leía imágenes que decían "Si no sales de la cuarentena sin haber aprendido algo nuevo o escrito un libro, o leído, o hecho, no te faltó tiempo, te faltó disciplina" y pues muchos se ofendieron levantaron la voz y aseguraron que está bien no hacer, está bien dormir, quedarse quieto, y de pronto para ellos así sea, pero en mi caso, no escribir es morir lentamente en mi mente, es no retarme para expresar en voz alta lo que pienso, es no enfrentarme a mis ideas.
Escribo desde que tengo razón de ser, es más, en la casa de mi mamá todavía están guardados mis cuadernos de escritura que existen desde que estaba en el colegio, pero admito que no soy capaz de releerlos, me muero de la vergüenza, muchos pensamientos cursis en un solo lugar. El tiempo ha pasado y ya soy otra, es difícil enfrentar quien fuimos.
A veces me he sentido como una escritora fracasada, pero luego me replanteo y me doy cuenta de que escribo por algo mucho más complejo que solo contar historias o ser leída, escribo para no comerme todo lo que siento, para desahogarme, porque en mi mente rebotan historias, sentimientos, pensamientos, en exceso, todos revueltos.
En tiempos de cuarentena estoy intentando ser valiente.
Encerrada en mi casa (aunque a medias ahora que tengo perro y lo saco a diario), siento que no he sido valiente, no he escrito ni una coma, es como si no tuviera nada que decir, ni siquiera con imaginación.
Pienso que callo lo que pienso en actividades que me distraen y no me dejan pensar, algo así como callar tu cerebro volcándote en actividades poco creativo-productivas. El hacer, como un quehacer creativo, ha estado completamente lejos de mí.
El otro día leía imágenes que decían "Si no sales de la cuarentena sin haber aprendido algo nuevo o escrito un libro, o leído, o hecho, no te faltó tiempo, te faltó disciplina" y pues muchos se ofendieron levantaron la voz y aseguraron que está bien no hacer, está bien dormir, quedarse quieto, y de pronto para ellos así sea, pero en mi caso, no escribir es morir lentamente en mi mente, es no retarme para expresar en voz alta lo que pienso, es no enfrentarme a mis ideas.
Escribo desde que tengo razón de ser, es más, en la casa de mi mamá todavía están guardados mis cuadernos de escritura que existen desde que estaba en el colegio, pero admito que no soy capaz de releerlos, me muero de la vergüenza, muchos pensamientos cursis en un solo lugar. El tiempo ha pasado y ya soy otra, es difícil enfrentar quien fuimos.
A veces me he sentido como una escritora fracasada, pero luego me replanteo y me doy cuenta de que escribo por algo mucho más complejo que solo contar historias o ser leída, escribo para no comerme todo lo que siento, para desahogarme, porque en mi mente rebotan historias, sentimientos, pensamientos, en exceso, todos revueltos.
En tiempos de cuarentena estoy intentando ser valiente.
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